Entrevista – Cristián Campos
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Entrevista – Cristián Campos

Entrevista – Cristián Campos

CRISTIÁN CAMPOS: “La teleserie es un producto cuya naturaleza es reflejar nuestra idiosincrasia”

La historia de Cristián Campos con las telenovelas comienza con la primera que hizo Canal 13, “La Madrastra”, el “rompehielos” del género en Chile según Campos. “La primera, en el sentido de que tuvo un nivel de rating fabuloso para la época y, de alguna forma, contribuyó a sentar las bases de lo que hoy es la industria de las teleseries”.

Pero esa factoría no se armó de la nada. Las escuelas de teatro de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, proveyeron de talento consolidado y de actores jóvenes, quienes se convirtieron en el símbolo del despegue de las telenovelas en el país. 

“Yo había sido formado para hacer teatro y jamás me imaginé trabajar en televisión. Dije ‘qué ridiculez más grande. A mí no me interesa’. Ramón Núñez me insistió: ‘Prueba. No pierdes nada’. Y estaban Jaime Vadell, Marés González, Gloria Münchmeyer, grandes actores tradicionales, y Moya Grau que venía con la práctica del radioteatro, escribiendo solo, con su cigarrillo en la noche, este melodrama de la madrastra que vuelve a recuperar a sus hijos. Entonces se hizo un híbrido ahí, muy interesante, de un melodrama ejecutado de manera más académica, por así decirlo. Fue un círculo virtuoso en que además estaba Óscar Rodríguez, que es un director forjado en la televisión desde siempre, porque él empezó siendo camarógrafo (…). No hay que desconocer que ‘La Madrastra’ ocurrió en un momento donde la dictadura mantenía encerrado totalmente el ámbito cultural en Chile, de modo que nosotros y los canales abiertos, que eran dos o tres, éramos la única alternativa de entretención. Para la gente no había mucha alternativa”. 

Cristián Campos sigue rememorando sobre esa primera experiencia en “La madrastra”: “Mi hermana era Sonia Viveros, mi madre era Lucy Salgado, mi padre era el ‘Perro’ (Sergio) Urrutia, mi padrino era el ‘Langosta’, que era Arturo Moya Grau, y quien me aconsejaba era el padre Belisario, interpretado por Tennyson Ferrada. Todos ellos han partido… Yo veo fotos de mis grabaciones, de mi set en ‘La Madrastra’ y todos fueron muy generosos, como todos los actores mayores que había en esa época. De alguna forma, ellos también, con mucha humildad, tenían que aprender el trabajo de cámara. Óscar Rodríguez tuvo mucha paciencia en enseñarnos a todos este nuevo oficio”. 

“La madrastra” también marcó un quiebre en el mundo actoral, con críticas al elenco de sus compañeros de profesión, que pensaban que no era lo más adecuado hacer televisión: “Fueron comentarios bastante infundados, pero los entiendo desde el punto de vista que se vivía una época de mucha urgencia social, de mucha necesidad de expresión de cosas terribles que estaban pasando. Entonces, en general, los artistas teníamos la tarea de ser de alguna forma quienes exponían esta realidad oculta o paralela que existía en Chile, que era la cantidad de arrestos, de detenidos desaparecidos que estaban ocurriendo. De modo que muchos colegas entendieron el trabajo en televisión como un bypass de este deber ético que teníamos los artistas y fuimos criticados por la frivolidad de trabajar en televisión”, explica Campos. 

  • ¿Cómo evolucionó esa situación? 

“Se fue demostrando con el tiempo que el trabajo en televisión también podía servir como un espejo de la realidad, como denuncia de situaciones que estaban ocurriendo y como una forma de expresar la idiosincrasia chilena y las distintas realidades que se viven en un país, pero para eso hubo que transitar un tiempo”.  

Desde “El Greco”, su personaje en “La Madrastra”, en adelante, Campos se consolidó como galán de las teleseries de Canal 13. Incluso cuando no era su destino original quedarse con la heroína, como sucedió en “Los títeres”. “Yo grabé el personaje que era el hijo de la nana y luego él se va, desaparece de la historia, y volvía convertido en un médico para quedarse al final con Artemisa (Claudia di Girolamo)”, rememora sobre el personaje de Hugo pero aclara: “Tengo entendido que Artemisa no se quedaba con él al final, sino con Néstor, el personaje de Mauricio Pesutic, que era un hombre separado, pero el canal no hubiese permitido el desenlace original”.

  • ¿Cuál fue el aporte de un dramaturgo como Sergio Vodanovic al género? 

“La inclusión de Sergio Vodanovic en la escritura de telenovelas con ‘Los Títeres’, que también es una teleserie de culto, le subió el pelo o cambió un poco el rumbo de los contenidos en las teleseries. Sergio ofreció una trama que tenía mucho más calado, mucho más calibre, mucho más espesor. Los personajes no eran de dos dimensiones, sino que eran bastantes más complejos y la estructura dramática también era mucho más profunda. Era mucho más entretenida para actuar, desde el punto de vista de los actores, porque había más sutileza en todo. Tengo la sensación, sin embargo, de que no hubo ahí un maridaje que fuera fértil en el tiempo, hablando del melodrama televisivo clásico y de la dramaturgia teatral (…) Si bien elevó el nivel y todos nos dimos cuenta que se podía hacer dramaturgia televisiva, no tuvo una continuación en el tiempo, en el sentido de que otros autores teatrales se interesaran por escribir teleseries. Sin embargo, las teleseries fueron sofisticándose, pero a manos de guionistas y de libretistas, que si bien venían del mundo teatral, entendieron lo audiovisual como un ente aparte”.

En medio de su camino televisivo, en 1994, hubo un personaje que complicó a Campos y al canal de la Universidad Católica desde sus más altos niveles. La teleserie se llamaba “Top secret” y Cristián Campos interpretaba a Santiago Mena, diputado, padre de familia ejemplar, quien se enamora de una fotógrafa que cubre sus actividades. La historia de poder e infidelidad venía de Brasil, y fue adaptada por Fernando Aragón y Arnaldo Madrid. 

“De pronto, nos enteramos de que tenemos que empezar a regrabar escenas. ‘¿Por qué?». Porque la línea editorial del canal no admite esto del adulterio. Entonces uno decía ‘pero ¿cómo? Si compraron una teleserie que fue éxito en Brasil y que se trata del adulterio del diputado Mena. Ahí está el sabor de esto, si es una teleserie’. Era algo absolutamente delirante, insólito”, cuenta Campos. 

  • ¿Y cómo se desarrolló esta trama paralela de la propia teleserie? 

“Lo que detonó esto fue una escena en que con Sandra O’Ryan, la fotógrafa que era mi amante, nos besábamos y, al fondo, entre los dos, se veía un crucifijo. Encontraron que era una herejía. Entonces tuvimos que hacer la escena sin crucifijo, pero tampoco sirvió porque no nos podíamos besar. Entonces, al final, yo iba a ver a mi amante, a tomar té con ella y no había ningún contacto. La teleserie, por supuesto, se fue a pique y la gente se sintió muy traicionada”. 

  • ¿Este tipo de lineamientos influyeron en el área dramática de Canal 13 en los 90? 

“Nos quitó público y empezó a crearse una sensación de que el canal no estaba disponible para mirar la realidad de frente, como sí lo estaba haciendo Televisión Nacional con creciente éxito. Y nosotros, debido a esa línea editorial tan acartonada, con niveles éticos tan duros, nos fuimos alejando del gusto del público”.

Sin embargo, en 1998, Campos tuvo la oportunidad de dar un refresco a sus roles en TV: “Me dieron el personaje de un psicópata, un hombre de negocios que no tenía ningún límite ético para lograr sus objetivos. La teleserie se llamó ‘Marparaíso’ y el personaje se llamaba Iván Andrade”, define Campos. En esos días, el actor definió el marco en que se movía Iván: “Pienso que los esquemas económicos que ahora se imponen y que apuntan a la liberalización completa, dejan desgraciadamente la puerta abierta para que existan tipos como éste, sin escrúpulos, que prefieren el camino corto y que tratan de profitar de la mayor cantidad de entradas posibles en el menor tiempo. Son especuladores y timadores, que sobreviven en sociedades donde el consumo es Dios”. 

Esa mirada se tradujo también en la imagen de Iván Andrade: “Se me ocurrió ponerle un ojo de otro color para graficar esa cosa media esquizofrénica del tipo que va a la iglesia con sus hijos y que luego estafa a la gente. Hay que conceder que, a pesar de ser una teleserie y cumplir con todas las cosas necesarias de una teleserie, fuimos proféticos y graficamos un tipo humano que existe hasta hoy”. 

En 2001 Campos fue testigo del cierre temporal del área dramática de Canal 13. Un golpe mayor a la industria. Pero el mismo canal salió de esa crisis con un hito televisivo, “Machos”. “Era la historia de un padre muy autoritario, con 7 hijos, y cada uno tenía una cierta personalidad que develaba la trastienda y debilidades de lo masculino. Había uno que no conseguía trabajo, otro que no tenía energía sexual, otro que era deprimido, otro que era alcohólico. Puras debilidades masculinas, lo cual fue bastante revolucionario”, recuerda Campos, quien interpretó a Alonso, el hermano viudo que encuentra el amor con la amante de su propio padre. “Las dos personas que yo más amaba en la vida, que eran mi mujer y mi padre, habían sido amantes y me estaban mintiendo. Dado el carácter introvertido y depresivo de Alonso, era totalmente una situación dramática como de tragedia griega. No había salida posible. Las dos puertas que yo podía abrir eran dolorosas. No enterarme de la verdad era imposible y enterarme de la verdad era morir”, rememora de la historia que protagonizó con Carolina Arregui.

-Habiendo conocido el lado más conservador de Canal 13, ¿cómo se permite que “Machos” incluya a Ariel (Felipe Braun), uno de los protagonistas, que es homosexual? 

“Originalmente el hermano díscolo era esotérico. Él volvía de la India y su padre lo rechazaba porque encontraba que esto de ser esotérico y astrológico era un insulto para la masculinidad. Pero Verónica Saquel (productora del área dramática) me dice: ‘Cristián, estamos equivocados. El hermano que vuelve no es esotérico. Es gay’. Pero estamos en el Canal 13, ¿Cómo se hace eso? Bueno, lo supimos hacer y lo supimos hacer muy bien. Le bajamos el perfil y llegó este hermano gay, que además era el más valiente de todos. Eso fue un gol de media cancha avalado, además, porque la teleserie empezó a tener un éxito arrollador. De modo que si había un resquemor por Ariel se empezó a diluir porque las lucas entraban a raudales y había mucho avisaje”. 

Con más de 30 teleseries en el cuerpo (la mayoría en Canal 13, desde 1981 a 2020) Campos se siente “muy afortunado”. “Yo comparo ‘La Madrastra’ con ‘Machos’, que son dos hitos en la historia de las teleseries y tuve la suerte de estar ahí. Es notable. Y también en la teleserie más larga en la historia local, que es Verdades ocultas’ (de Mega, a la que se incorporó en 2021) Y he estado en telenovelas, que si bien no han sido un éxito de taquilla por problemas ajenos a la producción, han sido muy significativas también y se han transformado en teleseries de culto como ‘Secretos en el jardín’”. 

La historia ficcionada de los psicópatas de Viña en los años 80, fue llevada a la pantalla por Canal 13 en 2013. Una historia con una atmósfera de decadencia que pocas veces ha reflejado una telenovela chilena. “Originalmente tenía un título mejor, ‘Sangre en el jardín’. Sin duda es el personaje más siniestro y elaborado que yo he hecho en las teleseries por varias razones. Primero porque de nuevo – así como fue el Padre Hurtado, aunque en un rol totalmente opuesto- tiene que ver con un hecho histórico. Con la historia que se escribió a partir de esos hechos oscuros, turbios de la década del 80, en Viña del Mar. Absolutamente siniestra. Una teleserie muy bien lograda, quizás es lo más sofisticado que hizo Canal 13 como producto dramático que, desgraciadamente, fue muy mal programada y de alguna forma el canal la invisibilizó”. 

-En esa teleserie su personaje, Hernán, uno de los culpables de los crímenes, hacía dupla con Carlos (Alejandro Goic). 

“Tenían una especie de simbiosis del mal. Fue un regalo trabajar con Alejandro porque es un actor telúrico, lo llamo yo. (Al hacer una escena con él) no puedes sino exigirte al máximo porque es como un actor como en carne viva. (En la teleserie) Éramos muy siniestros porque éramos muy poderosos. Aristócratas de Viña, con familias impecables, miembros de una iglesia, con mucho contacto con las autoridades, militares de la época, lo cual nos permitía un blindaje que nos daba una impunidad total. Yo era dueño del Hotel O’Higgins y por las noches salía a asesinar parejas. Adictos a la cocaína, traficantes. Todos los delitos, todos los abusos sociales que tú te puedas imaginar lo practicaba esta pareja”. 

-¿Y por qué cree que se transforma en una teleserie “de culto”? 

“‘Secretos en el jardín’ siempre la voy a recordar como una teleserie que está en la cúspide de la carrera de todos los que trabajamos ahí. Estaba muy graficado lo lúgubre, lo oscuro, las trenzas de poder siniestro que ocurrían y que concurrieron en ese caso que nunca fue enteramente aclarado. Nosotros recogimos toda ambigüedad, todo ese material y fue muy bien plasmado. No olvidemos que Nona Fernández y Marcelo Leonart escribieron el libreto de esa teleserie, que son novelistas chilenos de gran calidad (…) Así como la teleserie ‘Top Secret’ resultó incómoda para el canal en su momento por el problema moral del adulterio del diputado Mena y la diluyeron cambiando las escenas y regrabando, pienso que ‘Secretos en el jardín’ también resultó incómoda por el tema y por la época que estaba”. 

Para Campos, en época de streaming y de sobreoferta de contenidos globales, la teleserie hecha en Chile se mantendrá: “Yo creo que siempre la gente va a preferir, un porcentaje por lo menos, de productos nacionales. La teleserie es un producto cuya naturaleza es reflejar nuestra idiosincrasia y eso siempre va a ser atractivo de ver. De pronto puede haber algo que llame la atención como ‘Betty, la fea’ o las teleseries turcas, porque están bien hechas, tienen una música agradable, paisajes bonitos y volvemos al melodrama, etcétera. Pero la gente, inevitablemente, necesita verse reflejada: le gusta bailar cueca en septiembre. Yo creo que eso no va a cambiar”.  

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