Entrevista – Solange Lackington
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Entrevista – Solange Lackington

Entrevista – Solange Lackington

Solange Lackington: “El aporte de Chile a las telenovelas es el sentido del humor”

Hubo una profesora que marcó a Solange Lackington: Sonia Fuchs, docente de la escuela de teatro de la UC y la principal impulsora del área dramática de TVN. En una visita de los alumnos a la oficina de Fuchs en Chilefilms, Lackington fue vista por el director y el escritor de “La torre 10”, Vicente Sabatini y Néstor Castagno, quienes le dieron su primer papel importante, el de Carmencita, esa misma tarde. Su estricta profesora le advirtió que sería un trabajo arduo. “Sonia era una mujer que tenía un interés súper grande en las historias, en los argumentos. Para ella no había censura frente a eso, pero obviamente sí la había, entonces tenía que lidiar con los objetivos del canal, que era estatal, y luchar para tratar de imponer ciertas temáticas, ciertos elencos, ciertos actores.  Era bien complejo trabajar ahí en dictadura (…)». 

  • ¿Cómo recuerda el trabajo en Televisión Nacional en esos años?  

“Había una sensación de que siempre podía haber alguien escuchando, como estos ‘sapos’, se supone. O llegábamos a grabar y algún actor importante no estaba porque había sido vetado, se les prohibía trabajar. Después se les recontrataba… Era una sensación de mucha desconfianza, yo diría, y que a la vez nos hacía a nosotros, como grupo de actores, tener más confianza entre nosotros”. 

– ¿Y cómo se miraba a la competencia, Canal 13? 

“Siempre existía ese comentario entre los actores de ‘¡oh! está en el 13, entonces está mucho mejor’.  Acá (en TVN) era bien precario todo, pero también era muy bonito ver cómo nos uníamos para tener nuestros delegados, que iban a pelear pequeñas cosas: por ejemplo, si estamos grabando exteriores, que nos lleven unos pisos para sentarnos. No podía estar la Silvia Piñeiro de pie”.

Carmen Oyarce, el personaje de Solange Lackington en “La torre 10”, era parte de una familia televisiva encabezada por Luis Alarcón y Lucy Salgado. La historia se grabó en las Torres San Borja, en el centro de Santiago: “Era una teleserie súper representativa de la clase media y eso fue muy bonito también. Las torres San Borja, nuestra idiosincrasia absoluta de clase media, frente a lo que fue la UNCTAD, en ese momento edificio Diego Portales. Era súper fuerte cuando las panorámicas mostraban eso, todo ese sector, versus algunas telenovelas del Canal 13 que tenían estas ambientaciones típicas de las casas de los ricos, súper fastuosas”. 

Solange también fue parte de otro hito ochentero: “Bellas y audaces”, una teleserie que impuso modas y una manera distinta de presentar las tramas: “El canal 7 en algún minuto dio un vuelco y dijeron ‘ya, aquí tenemos que romper de nuevo con otra cosa’ y surge esta telenovela, una de las primeras musicalizadas, en el sentido que había un tema central y todas las escenas o los personajes tenían ciertas canciones y se las asociaba a tal o cual personaje. Todavía me acuerdo estar grabando el videoclip en la azotea del hotel Sheraton, todas las mujeres de negro, súper fashion para la época, vanguardista, moderno, transgresor para el 7. Además, era aspiracional esta peluquería de la Kiki Blanche (Luz Jiménez)”. En esa historia Lackington encarnó a Lourdes, una joven de Lota, que renegaba de su pasado. “Fue un personaje bien interesante porque era una chica con un carácter complicado y muy arribista, que está catalogada dentro de los personajes malulos: le levantaba el novio a la otra y era envidiosa. Era mi primer personaje en esa línea, más duro”.

Además de tener una presencia constante en teleseries, Solange también participó en otros programas. Por ejemplo, encarnó a Estrellita, una trabajadora de la casa de “Los Venegas” que tuvo vida propia participando de otros espacios y sketches. Con ese personaje llegó a Canal 13, en un momento difícil: la audiencia venía a la baja y se acercaba el cierre temporal del Área Dramática. Pese a esos factores, Solange Lackington fue galardonada por sus roles en las telenovelas “Sabor a ti” (premio APES) y “Piel canela” (premio Altazor). 

– Aunque fueron teleseries sin gran audiencia, ¿qué recuerdo tiene de esas producciones y de haber sido reconocida por su trabajo? 

“‘Sabor a ti’ fue una teleserie hermosa. Mi personaje era Filomena Calquín, que tenía esa cocina ambientada un poco en ‘Como agua para chocolate’ y una cosa con los sabores, muy sensorial. Una mujer que sudaba y era sensual con sus escotes. Al recordar esas telenovelas no puedo evitar sentir nostalgia por gente que ya no está, por ejemplo, Carola Fadic, Rebeca Ghigliotto y, de ‘Piel canela’, Rodolfo Bravo. Grandes amigos que ya no están (…) ‘Piel canelafue una teleserie bien interesante. Claro, no le fue bien. El personaje que yo hacía, la Charito Novoa, era en tono comedia, muy livianito, muy simpática. Estaba separada de Willy Semler y él la quería reconquistar; planteaba sutilmente no perder ese encanto de la pareja y era él quien se reinventaba, rompiendo esa cosa machista, porque era el hombre quien se ponía al servicio de la mujer, de alguna manera. Ahora ¿por qué recibí esos premios? Fue bien emotivo porque se cerró el área dramática de Canal 13 después…, no solo quedábamos los actores sin trabajo, sino que detrás de nosotros hay un kilo y medio de gente trabajando, desde directores, asistentes, productores, camarógrafos, sonidistas, cablistas, maquilladores, vestuaristas, utileros, tramoyas”. 

– ¿Se aborda distinto un personaje cuando a una teleserie le está yendo bien en audiencia, a diferencia de cuando se hacen en un área dramática en crisis?  

“Lo que me ha pasado siempre con las teleseries en que he participado y la audiencia no nos ha favorecido, es que tal vez más ahínco pongo en que ese personaje llegue hasta el final haciéndolo increíble, como si estuviera teniendo el cien por ciento de la audiencia, porque es el trabajo que uno hace. Los personajes se merecen eso, el público se merece eso también, por respeto. Si hay un televisor prendido y está mi mamá viéndolo, para mí ya es alguien. Con esa mentalidad yo siempre trabajaba diciendo ‘aquí hay, está la abuelita, está la vecina, está la señora’. Alguien está viendo esto y uno tiene que hacerlo bien’”.

Dos años después del cierre del Área Dramática de Canal 13, Lackington fue parte de su resurgimiento con un personaje en “Machos”. Pero su punto de inflexión como actriz televisiva llegaría en 2005 con “Brujas”. “Sin duda ese personaje marca como un antes y un después en muchas cosas que tienen que ver con su repercusión mediática”, dice. Ese rol era Marta Salinas, la Martuca, una madre de familia quien de un día para otro se vuelve millonaria, viviendo a su manera una vida con privilegios. 

“Le gustaba a toda la gente, atravesaba todos los sectores socioeconómicos, culturales. Era muy interesante lo que pasaba porque ella tenía este golpe de suerte, pero no cambiaba. No se volvía arribista ni cambiaba su manera de ser y de vivir. Al contrario, seguía siendo la misma de siempre y además dándole un valor a la plata de ‘así como llega, se va’ (…) Yo siempre me preocupaba de conducir los personajes de alguna manera para que tuvieran un mensaje, una llegada más allá de la anécdota y para mí, en ese personaje, el mensaje era “es rico tener plata, pero la plata es pa’ gastarla, pasarla bien, pero no hay que obsesionarse o no hay que amargarse (…) que esto no nos afecte, que no nos transforme, que no nos vuelva egoístas, que no nos vuelva materialistas, individualistas, competitivos, sino que sigamos siendo los mismos: alegres, risueños, con sentido del humor, generosos, empáticos, contenedores. Con y sin plata”. 

-¿Cómo se prepara un personaje así? 

“Fuimos a observar a La Vega, toda la familia (Los Sa-Sa, encarnados por Alejandro Trejo, Antonia Santa María y Héctor Morales). Observé a distintas mujeres. Me di cuenta de que La Vega es un mundo hermoso, una tremenda gran familia, que tiene full sentido del humor, que se apoyan y se contienen entre todos, que tienen la talla a flor de labio, que los niños llegan del colegio y hacen las tareas detrás de los puestos. Y a las 5 de la tarde se van todos para su casa y a las 2 de la mañana se están levantando para ir de nuevo a instalarse. Todos tienen un sobrenombre: el «Con dientes», la no sé cuantito, la «Lengua perdía». Todos se conocen entre todos, todos están medios emparentados muchas veces”.

Ese ambiente inspiró a Lackington para el personaje que pasó a integrar el imaginario popular: “Inventé muchos dichos. Recolecté mucho de lo que escuché en La Vega, preguntaba ‘¿qué quiere decir esto?’. Armé ese personaje observando a dos mujeres en particular. Una, que era exuberante, grande corpóreamente, sensual, gozadora de la vida, de todo. Y la otra que era pura risa, espontánea”. 

Otro rol de los que quedan en la memoria es el de Luisa Tapia, la madre de Cristina (Paz Bascuñán) en “Soltera otra vez”.  “Es totalmente distinta a la Martuca. La Luisa es una mujer de un mejor estrato socioeconómico, cultural y social. Ahí me enfrentaba al desafío de esta mamá que tiene hijos grandes, uno casado con hijos y la otra soltera empedernida como era Cristina, llena de dudas, de inquietudes”. 

-Luisa es un personaje particular. No es la típica mamá de teleserie, es estricta con sus hijos, les hace ver sus errores hasta el cansancio.  

“Yo no quería quedar en la anécdota de ‘la mamá metiche’, eso lo pensé sin decírselo a nadie. Me decía Herval (Abreu, el director) ‘el personaje es una pesada’.  OK, pero ese es el personaje que está escrito, yo veré qué construyo, de qué manera presento a esta mamá metiche, pesada y que, en vez de antipatía, genere una identificación que no sea dolorosa para aquellas mamás que somos tal vez metiches y pesadas… porque obviamente hay montones de mujeres que se iban a sentir tremendamente retratadas, mamás catetes con los hijos y las hijas grandes. Ese fue mi objetivo, quedar en la retina de la gente, desde un lugar empático y atractivo”. 

El retrato de esos vínculos maternales era uno de sus puntos de interés: “Es un lugar bien interesante de trabajar que representa, de alguna manera, a nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, en que tenemos hijos grandes y no se van de las casas”. Y agrega sobre uno de los tics que representaron al personaje: “Luisa adora y ama a sus hijos profundamente, pero le cuesta creer que son capaces de ser autónomos. Entonces pensé ‘¿cómo Luisa dice amorosamente a sus hijos que están mal, sin que suene pesada?’. Y empecé con ciertas reiteraciones: ‘Pero ¿cómo?’, ‘te lo dije, te lo dije’, ‘no me estás mirando, no me estás mirando’”. 

Lackington tiene una particularidad: en 2009, con casi 30 años de carrera, volvió a la universidad para titularse. Su tesis la desarrolló sobre la construcción de personajes en telenovelas, utilizando a Martuca de “Brujas” como ejemplo. “Mi investigación postulaba que cuando un actor construye un personaje para telenovela, sea cual sea la técnica que utilice, si lo hace con esa técnica, y con disciplina y rigurosidad, va a conseguir como resultado un personaje con repercusión mediática y con credibilidad”.

 Otro tema que abordó fueron los tipos de intérpretes que se necesitan en una teleserie: “Me encontré con que había dos tipos de actores: los que se hacen a sí mismos siempre, que son muy talentosos, y los actores que componemos, que están siempre reinventándose de una teleserie a otra. Ambos son necesarios e imprescindibles en una telenovela. Verónica Saquel agregaba que a los actores jóvenes, novatos, se les pide que sean atractivos y atractivas, que todos los jóvenes se enamoren de ellos. Pero ellos necesitan tener los supporting actress/actors que son las familias: las madres, los padres, los abuelos, los antagonistas, los que apañan, los que le dan humor, los que refrescan, etcétera. Entonces se necesitan unos con otros”.

-¿Qué otro tema relevante desarrolló para su tesis?  

 “Encontré un par de escritos que decían cuál era el aporte que hacía cada telenovela al género melodramático, de acuerdo con el país. Por ejemplo, las argentinas contribuían con el psicodrama: las temáticas pasan porque los personajes están en terapia siempre, y siempre como un drama psicológico potente. Las brasileras con lo costumbrista, los grandes decorados, la idiosincrasia y mucho con la recreación de época, con la historia de la esclavitud. Las venezolanas aportaban el dramón del hijo que se pierde, la ciega, la guagua perdida. Y el aporte de Chile, era el sentido del humor en las telenovelas, la picardía que viene desde Pedro Urdemales, del Condorito. Desde ahí tenemos una historia”.

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